El dióxido de azufre es un gas liberado por fuentes tanto humanas como naturales. Es un gas incoloro con un olor y sabor picante e irritante. El dióxido de azufre se utiliza en muchos procesos industriales, como la preparación química, el refinado, la fabricación de pasta y la extracción con disolventes. Además, se utiliza en la preparación y conservación de alimentos debido a su capacidad para prevenir el crecimiento bacteriano y el pardeamiento de la fruta.
Fuentes humanas
La quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, es la principal fuente de emisiones de dióxido de azufre. Las centrales eléctricas de carbón, en particular, son las principales fuentes de dióxido de azufre, ya que la quema de carbón representa el 50 por ciento de las emisiones anuales, según lo explica el Servicio de Internet de Monitoreo de Emisiones Tropósicas (TEMIS). Además, la quema de petróleo representa un 25-30 por ciento más. Las emisiones de dióxido de azufre se liberan principalmente como resultado de la electricidad generada a través de las centrales eléctricas que queman combustibles fósiles. Las fuentes adicionales más pequeñas de dióxido de azufre se liberan de los procesos industriales. Estas incluyen la extracción de metal del mineral y la quema de combustibles con un alto contenido de azufre por parte de locomotoras, barcos grandes y equipos que no son de carretera.
Fuentes naturales
Las erupciones volcánicas liberan grandes cantidades de dióxido de azufre en el aire. Las vastas cantidades de dióxido de azufre liberadas durante una erupción pueden ser suficientes para alterar el clima global. De manera similar, las aguas termales liberan dióxido de azufre a la atmósfera. El dióxido de azufre puede incluso producirse por la reacción del sulfuro de hidrógeno con el oxígeno en el aire. El sulfuro de hidrógeno se libera de las marismas y regiones en las que se está produciendo el deterioro biológico.
Impactos en la salud de las emisiones de dióxido de azufre
La contaminación del aire en forma de dióxido de azufre puede tener efectos perjudiciales para la salud humana. Tales efectos incluyen problemas respiratorios, particularmente en los asmáticos, mientras que la exposición a corto plazo puede provocar opresión en el pecho, tos y sibilancias. La exposición continua al dióxido de azufre se ha relacionado con alteraciones de las defensas de los pulmones y el empeoramiento de la enfermedad cardiovascular existente.
Impactos ambientales
El impacto ambiental más común del dióxido de azufre es la formación de lluvia ácida. Esto ocurre cuando las emisiones de dióxido de azufre se combinan con el vapor de agua en la atmósfera, formando ácido sulfúrico, que cae al suelo como lluvia ácida. La lluvia ácida puede acidificar los ríos y lagos, matando la vida acuática además de dañar los árboles y las plantas. Además, el dióxido de azufre es un importante precursor del hollín particulado, que reduce la calidad del aire.
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